Hay calles con solera, como los buenos vinos y en estas calles, es imposible no mirar a un lado y otro, y preguntarse por ejemplo, que secretos guardan los ladrillos.
Una de estas calles, (donde no me importaría vivir mis últimos días como dueño de una polvorienta librería, o de una relojería), es la calle Feduchy, de Cádiz.
Es una calle que asombra por su sombra, una calle nostálgica. Donde hay una tiendecita de antigüedades, un consultorio espiritualista- conceptista, un club de amigos del rol, un convento, un hospital, una tienda de catas de vinos y una farmacia (una calle que se precie debe tener su farmacia y su resplandor de neón verde,¿¿¿Por qué sino que sería de los días de lluvia???).
El sol brilla por su ausencia en esta calle empedrada, donde el agua del alcantarillado musita a tu paso.
Las fachadas suben queriendo cerrar el cielo y yo le doy las gracias por ello, por que se refugia aquí mi cuerpo y mi alma.
Por esta calle he paseado multitud de veces, cuando no he tenido nada que hacer y he andado sobre mis pies para volver a recorrerla.
Pues es una calle Tenoria, Lazarística, Bohemia. Por las noches, el silencio recorre sus calles y veo doblar la esquina a Jack el destripador convertido en un funcionario del ayuntamiento , mirar por la ventana a la anciana de Psicosis que a su pesar espera la llegada de Norman, que no llegará hasta que ella quiera e incluso el perro de los Baskerville que olisquea aquí y allá convertido en un perrillo encantador que me mira un segundo y me mueve la cola.
Llego al final de la calle y choco frontalmente con la realidad, despierto del sueño me doy de bruces con la plaza del Palillero, ante mi una tienda de ropa cara, una casa de discos y mucha gente. Una mueca se desdibuja es mi boca… que demonios demos una vuelta más…pues soñar no cuesta dinero.